miércoles, 28 de noviembre de 2012


El espíritu navideño comienza a instaurarse en nuestros días cada año con más prontitud. Las luces, los adornos, los turrones a la venta desde octubre, los escaparates y anuncios (no olvidemos que la navidad es un negocio más) nos avisan de su llegada.

Pero desde un punto de vista menos comercial, la navidad es una época fantástica, nostálgica y familiar, donde las nuevas esperanzas tienen cabida y los sueños parecen ser más protagonistas. Nos embargan la ilusión y las sonrisas. Lo malo de todo esto,  es que cuando llega febrero todas esas ilusiones vuelven al lugar de donde emergieron, y solo nos queda pensar que fue bonito mientras duró. Demasiadas falsas promesas y propósitos.

Creo que lo verdaderamente importante es rodearte de tus seres queridos y disfrutar de esos días llenos de luces, ilusión, cariño y algo de magia (para aquellos que aún creen en ella). Los propósitos pueden aparecer en cualquier momento y no hay que esperar a que llegue un 31 de diciembre para prometernos conseguir algo.


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